Introducción

Las plantas para su crecimiento necesitan el aporte de una larga lista de elementos químicos para su desarrollo. Estos se dividen en dos grandes grupos, los Macroelementos y los Microelementos:




Macroelementos:

Que se dividen a su vez en primarios: Nitrógeno N, Fósforo P y Potasio K. Siempre vienen enunciados por este orden < N-P-K, Nitrógeno, Fósforo y Potasio >. Son los más consumidos por las plantas y, los macroelementos secundarios, el Magnesio Mg y el Calcio Ca. y Azufre S


Microelementos (Oligoelementos):

Hierro, manganeso, boro, cloro, cobalto, cobre, molibdeno y cinc. El abono que utiliceis para vuestras plantas tiene que contener estos elementos, de no ser así se añadirán por separado.

Los abonos y fertilizantes en general, sean de origen químico (industrial) u orgánico (natural), llevan marcados tres números indicando los porcentajes de los tres elementos primarios por el siguiente orden establecido: N-P-K, Nitrógeno, Fósforo y Potasio. Un ejemplo seria: <15-30-15> ó <2-1-1>.

En el primer ejemplo los números son altos lo que indica que se deberá disolver poca cantidad de producto para obtener la dosis justa.
En el segundo ejemplo los elementos se encuentran más diluidos, por lo que la cantidad de producto a diluir será mayor en proporción al primer ejemplo.

Lo que realmente interesa es la proporción de un elemento con respecto al otro, así vemos que la cantidad de nitrógeno es la mitad que la de fósforo en el primer ejemplo <15-30-15>, y el doble en el segundo <2-1-1>.

Los abonos para la fase de crecimiento deben tener un alto contenido en nitrógeno, o lo que es lo mismo un primer número mayor que el segundo (<15-10-10>, <8-4-4>). Suelen venir comercializados como abonos para planta verde o de crecimiento. Para los abonos en el ciclo de floración se aconseja un aporte de fósforo mayor al de nitrógeno (<5-10-5>, 10-20-10>).

El tercer número, el potasio, siempre tiene que estar presente en una proporción considerable.

Los abonos pueden ser de absorción lenta o rápida, y vienen en distintas formas: solubles en el agua de riego, mezclables en la tierra, de aplicación superficial o de aplicación foliar mediante un pulverizador. En todos debe venir especificado su contenido en nutrientes . Algunos cultivadores usan un mismo fertilizante para todo el ciclo con igual número de N, P y K, por ejem. <20-20-20>, pero no se aconseja.

Los que son solubles en agua son de rápida absorción y las dosis recomendadas suelen superar las aquí recomendadas. Dado que no hay nada más irremediable que una sobrefertilización, es muy recomendable regar si es preciso más a menudo con dosis muy diluidas (un tercio o un cuarto de la dosis indicada), que hacerlo de manera más concentrada y menos asidua.

En principio no se recomienda abonar más de una vez a la semana. Recordemos que el exceso de abono es irreversible y la carencia de uno o más elementos se puede corregir.

La mayoría de los materiales orgánicos mencionados como parte de la mezcla para el medio de plantación son abonos de lenta asimilación y trabajar con ellos es aconsejable pues es difícil sobrefertilizar. Suelen ser ricos en nitrógeno y serán un primer soporte para la primera fase del crecimiento, con lo que el primer abonado ya vendrá cuando las plantas tengan cierta altura. Medios muy bien preparados con buena turba y humus de lombriz aseguran un aporte que nos puede evitar abonar hasta casi el final de la fase de crecimiento vegetativo.

La última semana antes de recoger, o incluso antes, se debe dejar de abonar para evitar que los productos químicos que se hayan podido depositar afecten al sabor de la maria.

Se debe encontrar el fertilizante adecuado al sistema empleado. Aquí recomendaremos los de absorción lenta para cultivo en maceta y exterior, pues son más seguros. Se pueden ir aplicando labores superficiales de humus o turba durante todo el proceso y que con los sucesivos riegos irá penetrando en el medio.

Cuanto más pequeños sean los recipientes más rápido será preciso el riego y el abonado y más riesgo de sobrefertilizar o de que la planta pase sed.
Un pequeño exceso de abono provoca que se quemen las puntas de las hojas, adquiriendo estas primero un verde muy intenso, para luego ir desmejorando y prácticamente quemándose algunas de ellas parcial o totalmente. Si la sobrefertilización es severa, la planta entera se quemará, curvándose las hojas hacia adentro. Una sobrefertilización ligera puede remediarse en parte, aclarando la planta bajo un grifo y dejando correr el agua que vaya drenando un buen rato. Sería una forma de lavar la tierra de las sales tóxicas que se forman al no poder ser absorbido el fertilizante allí acumulado. Para macetas bastan tres litros de agua por litro de médio de cultivo. Los químicos son los más propensos a ello. De todas formas hace falta hacer un diagnóstico para saber el porqué de el mal aspecto de una planta, otras cosas como falta de aire o de luz, o alguna plaga no fácil de detectar a simple vista pudieran ser la causa.